15.5.08

...¿que por qué te gusto?



Porque puedo hablarte de lo que sea... porque puedo divertirte, porque te hago reir...porque me ves bien...porque sientes una paz al encontrarme...porque te critico...porque te fastidio y me burlo de tí.

Porque río, porque lloro. Porque río y lloro.

Porque puedo mirarte y no decir nada...y también decir mucho sin decir nada.
Porque puedo llamarte para decirte que me gustas y colgar...porque me llamas sin saber en un principio por qué ni para qué lo hiciste...y aún así guindarte durante horas.

Porque al contemplarme mientras duermo, deseas que despierte.
¡Porque me gustas!

...¿y qué te gusta de mí?

Que diga que no me importes (aunque sabes que no es así)...
Que me ría de mí y de tí.
Que te escuche, que te espere...que no te necesite... que me olvide de todo...que me divierta en mis actividades cotidianas. Que esté ocupada, que sea impredecible...

Que te mire como te miro. Que te admire. Que sea tan segura...(de ti)... Que sea decidida; atrevida.
Que cante (aunque mal) y lo disfrute... Que tenga mis fantasías y mis sueños.
Que sea romántica, multifacética y misteriosa...

...que te de miedo... miedo herirme, miedo perderme...miedo encontrarme; que te enamore.
...que me falten dos o tres tornillos...y que no quiera encontrarlos.
Que sea feliz...que te cele (aunque no lo digas)...que huya...

y entonces... ¿por qué me gustas?...¿y qué me gusta de ti?

Sería una lista casi infinita... pero sobre todo lo que más me gusta es como te gusto yo a tí... y sin embargo te dejé...te dejé mi recuerdo...eso lo sé...y yo con el tuyo también me quedé...y con ellos los besos que te negué. Lo que no fuimos, lo que pudimos ser...
...y mi aroma en tu piel

13.5.08

Aún Lloro...



... y eso me hace sentir viva...
...simplemente: me hace sentir...

20.1.08

Alegre despertar...


Me desperté, como siempre, con mi habitual ronroneo de gata consentida; con mi acostumbrado estiramiento, desde mis brazos sobrepasando mi cabeza hasta el último dedo de mis pies (como buscando crecer unos cuantos centímetros con ello); cerrando los ojos fuertemente y presionando para no abrirlos.

Esta vez no fue la alarma del reloj quien inició el proceso, fue un beso cálido en la parte de atrás de mi cuello. Esta vez no fueron mis almohadas con las que tropecé al voltearme, fue tu cuerpo. Fueron tus fuertes brazos los que apretaron mi pecho, acariciaron mi espalda y envolvieron mi cintura. Fue tu respiración la que me hizo abrir completamente mis ojos para contemplar los tuyos, entreabiertos en señal de querer seguir durmiendo; tu sonrisa nítidamente imborrable con esa expresión de picardía y placer; tus cabellos en un perfecto desorden y los indicios de una barba por crecer.

Envuelta entre sábanas y tus brazos, ahí me encontraba, no pudiendo pensar en mi domingo habitual; queriendo hacer infinito ese momento, congelar el tiempo, retratar esa imagen por siempre; contar una y otra vez las pecas de tu espalda; besar cada milímetro de tu cuerpo...
...y hacer el amor hasta un nuevo amanecer...