20.1.08

Alegre despertar...


Me desperté, como siempre, con mi habitual ronroneo de gata consentida; con mi acostumbrado estiramiento, desde mis brazos sobrepasando mi cabeza hasta el último dedo de mis pies (como buscando crecer unos cuantos centímetros con ello); cerrando los ojos fuertemente y presionando para no abrirlos.

Esta vez no fue la alarma del reloj quien inició el proceso, fue un beso cálido en la parte de atrás de mi cuello. Esta vez no fueron mis almohadas con las que tropecé al voltearme, fue tu cuerpo. Fueron tus fuertes brazos los que apretaron mi pecho, acariciaron mi espalda y envolvieron mi cintura. Fue tu respiración la que me hizo abrir completamente mis ojos para contemplar los tuyos, entreabiertos en señal de querer seguir durmiendo; tu sonrisa nítidamente imborrable con esa expresión de picardía y placer; tus cabellos en un perfecto desorden y los indicios de una barba por crecer.

Envuelta entre sábanas y tus brazos, ahí me encontraba, no pudiendo pensar en mi domingo habitual; queriendo hacer infinito ese momento, congelar el tiempo, retratar esa imagen por siempre; contar una y otra vez las pecas de tu espalda; besar cada milímetro de tu cuerpo...
...y hacer el amor hasta un nuevo amanecer...