Picture taken @ Rembrandtplein, Amsterdam (Feb 20th, 2010)
Hoy abrí las ventanas y saqué mi cabeza. Le siguió mi pecho y juro que si fuera más alta hasta podría haber asomado la cintura.
El aire olía a caramelo; respiré profundo dejando que mis pulmones se llenaran de él. Podría jurar que pan de canela se horneaba en alguna cocina.
Bajé saltando los escalones de dos en dos. Al abrir la puerta todo se veía irreal.
Cada nube parecía sonreír. Guiñé un ojo en agradecimiento y empecé a transitar las aceras.
El viento sabía a sal; entonces escuché azules y toqué sonrisas. Las flores cantaban y los niños bailaban; sonreí de vuelta. El cielo estaba en el suelo, reflejado en el inmenso espejo mineral
Campanitas de bicicleta se hacían paso entre la multitud, las palomas se contaban secretos y a lo lejos escuchaba risas y chin-chines de copas.
Dos pasos más me bastaron para poderlo comprobar: mi cuerpo tenía sombra, el Sol rebelde había logrado escapar de su torre de nimbos y parecía bailotear entre cada ladrillo de esta ciudad. Mordí manzanas y mojé mis labios en agua burbujeante.
Finalmente la primavera ha llegado a Ámsterdam… y muchas aventuras están por comenzar.
Feliz Primavera,
Chiqui