Hoy creí verte. Salí de mi casa. Abrí la puerta al mundo y ahí estabas: en el kiosko vendiéndome el periódico. En la panadería tomándote un café. En el metrobus escuchando música (muy concentrado). En el tráfico, en el conductor obstinado. Siguiéndome, al entrar a la bomba. Al salir del baño creí verte leyendo un papel que cogiste del suelo. En mi sopa creí ver reflejada tu cara. En el espejo del ascensor también. En la tele dándome las noticias apareciste, y al cambiar de canal estabas convertido en una caricatura. En la última página de mi lectura actual y en la primera de mi cuaderno. Al cerrar los ojos ahí estabas. No hiciste otra cosa que aparecérteme...
Increíblemente surreal... No estabas... ¡Pero cómo creí verte!
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