31.5.10

Rainbow-Aide

Picture taken @ Theater Perdu backstage for the show 'Stories from Home'. Amsterdam 08/05/2010
Dear Amigos!

Like every Wednesday here I am to offer you the recipe of the week.

Oh! I looooove spring! Don’t chu all?
The kids are playing, the flowers are awaking and the sun is smiling.

I remember back in the days where I used to live in the ETERNAL spring of 25 degrees EACH day…ALL.YEAR.LONG!
I may not have seen many flowers back then, but I used to play a lot.

And with playing came of cooooourse, the sweating, and with the sweating came the thirst…and: THANK GOD it also came Grandma along cos she used to make the best lemonades ever!

She used to sing and shake her salsa booty in such a waaaay…that could even get 'honey' out of each lemon she pressed.

She would stop her choreography and singing every now and then to look at me while drawing and ask me “What’s the coloooor of mi voice?”

Mmm, yes. My Abuelita would make me special colored lemonade each time I felt I wanted to color the day.

“If life gives you lemons…YOU’VE GOT TO MAKE: lemonade” that’s right. That’s what people say. But granny used to add while grabbing my cheeks “don’t forget to give a color back to life each day:  strawberries for red, mint for green, mangoes for yellow…” and my ALL TIME favorite… “grenadine for pink”.
Then pouring ONE, ONE litter of fresh water per half a dozen of lemons; and after adding a lot of ice she’d continue by saying “there’s always an easy way of making ice…but the real secret lies in knowing how to break it!”

And finally while crushing and crushing the ice into little pieces she’d always, and there is no discussion with always, right?, finish with this line:

“If Heaven gives you rain, make a rainbow colored lemonade and you’ll fade the drops away!”

Salud!

26.5.10

The Airport


Picture taken by Chiqui from the book "Sex, Drugs and Cocoa Puffs" by Chuck Klosterman


I - Genesis

The first time she saw him, was when she felt a shadow looking over her shoulder, like someone who just bends over to get the scent of a flower’s perfume or someone who wants to listen to the details of an accidentally funny conversation.
She was chatting vigorously and suddenly pausing while entertaining the people surrounding her. He couldn’t understand what she was talking about. It was certainly not his language. He went back to the bar, bought another beer without taking his eyes from that little crowd, looked around, took two big sips and sat in the stool behind hers.
She noticed him, not only because she felt his grey eyes burning a hole on her neck on his first attempt, but also because her friends giggled when they realized he was pushing his head back to try to listen to their conversation (or at least that’s what she claims)

She turned around and asked him “do you speak Spanish?”
He said “No; are you Spanish?”
Her friends all smiled and headed to the bar.
“No” – she replied.
“Latina?” -  He insisted with a grin that covered his whole face.
She muted, took a sip of her wine and with a little smile shook her head.
“Were you speaking Spanish?”
“No” – one more sip.
“Do you speak Spanish at all?”
“Actually...” - short sip joined by a wink - “...not”
“Then why you asked me if I did?”
“I was hoping you could teach me some”

And so it all started. Both laughed when she said she was Rumanian. He said he was Swedish but had been living in Chicago for already 12 years: “another American visitor”, as he used to call himself.

“Usually visitors don’t last longer than 12 months; I guess you really like it here”
“Let me get you a drink and maybe if I’m lucky I’ll get to tell you more about it; merlot?”
“Rioja”
“As in very strong?”
“As in very Spanish”

to be continued

7.5.10

Cambio de Estado

Picture taken @ my Parent's place in Valencia - Venezuela on a stormy Christmas afternoon (25-12-2009)

Mi maestra de segundo grado me indicaba: “los líquidos son aquellos cuerpos que toman la forma del envase que los contiene”. ¡Ay!  en esos momentos soñaba con ser agua y andar en una piscina y hacerme rectangular y grandota y quedarme inmóvil por unos minutos hasta que algún pájaro viniese a tomar unas gotitas de mi cuerpo o alguna hormiguita me confundiese con un océano gigante y decidiera aventurarse a cruzarme. Fingiría un maremoto con un movimiento leve como un estornudo y sonreiría y flotaría relajadamente al estar bajo el sol.

Pero a veces me imaginaba ser un refresco y entonces sentía estar encerrada en una botella con una chapa como gorrito y lo único que deseaba es que alguien me batiera fuertemente para poder escapar.

En esos momentos me daba cuenta que en verdad no quería ser líquido pues ese poco de burbujas me producirían muchas cosquillas al salir y pues también sería muy difícil lograr escapar de las bolitas de cristal de esas que la abuelita de Alejandra coleccionaba y que nosotras siempre agitábamos para ver como volaban las gaviotas sobre Venecia o cómo caía la nieve sobre alguna nariz de zanahoria en Nueva York.

Pero mi maestra de segundo grado me enseñó también que existían los sólidos. Me decía que eran aquellos objetos que no cambiaban su forma de manera natural y no dependían del envase que los contenía, como los árboles, como las pelotas, como la mesa en la que escribíamos o como todo lo que tocábamos en el salón de clases.

Para mí eran los menos favoritos. Si hubiese tenido que ser un sólido quizá hubiese sido plastilina, para que así al menos pudiera convertirme en muchos sólidos a la vez entre las manos de mis compañeros de clase. Sería una plastilina verde primero, y luego me uniría a una azul, le añadiría algunos toques de naranja y finalizaría con unas porciones de rojo. Pero mi maestra me dijo que esos sólidos eran complicados y que era algo que me iban a enseñar en los próximos años. Ahí supe que ni siquiera me interesaba ser sólido. Además que aun siendo plastilina, al final del día de cole terminaría siendo una bola dura y gris en manos de mis amigos y olvidada en una silla o detrás de la puerta del salón. Muy triste. Menos mal que no lo elegía.

Cuando la maestra empezó a hablar de los gases, supe lo que quería ser. Quería ser el aire, sí; siempre quise volar. Ella nos decía que los gases eran grandotes, más que el agua de las piscinas. Que también tomaban la forma del envase que los contenía pero que siempre se lograban escapar poquito a poco a través de alguna ranura. Entonces empezaba a soñar y sentirme como el aire, como el viento, como esa gran masa de una cosa invisible y fría cuando corre rápido para llegar a casa y lenta y pesadota cuando está calentita muy cerca de la playa donde no se escuchan más que gaviotas y veleros y algún perro juguetón hace salir a niños y cangrejos de sus escondites.

Además siendo aire podría rozar las mejillas de los sólidos, cargar algunas gotitas de agua bajo los arcoíris cuando lloviera y viajaría de Norte a Sur, de Este a Oeste por muchos lugares sobre la Tierra…y seguro que con suerte llegaría hasta el espacio y visitaría hasta algunos asteroides, transportaría el olor de las flores, arrastraría plumas y susurraría en los oídos de los enamorados y cuando me sintiese muy cansada me encerraría en un globo y me dejaría llevar de las manos de algún niño travieso o formaría parte de algún regalo de cumpleaños.

Todavía recuerdo ese momento en el que la maestra me llamó dos veces, por mi nombre y mis dos apellidos, me preguntó si tenía todo en mi bulto: lápiz, borrador, sacapuntas, cuaderno doble línea y la hojita con la tarea; también chequeaba mi lonchera para ver si me había comido el cambur y si me había tomado la otra mitad del jugo de parchita; revisaba si tenía engrapada la circular en mi muñeca derecha y me preguntaba qué había aprendido en el día. Yo sonreía y le decía que había aprendido que por más divertido que pudiese ser estar en una piscina todo el día y caer del cielo en forma de gotitas, y por más que me pudiese convertir en un espejo para hasta parecerme a la gente grande, nada lo cambiaría por haber aprendido a que siendo aire se podía volar a muchos sitios del mundo. En ese momento ella sonrió, me dio una palmadita en mi hombro izquierdo y guiñando su ojo me dijo “muy bien muchachita, ya sabes los estados de la materia; pero ahora es hora de despertar pues tu mami te ha venido a buscar”

No me extraña el porqué mi mami decía que a veces lloraba, bue...pataleaba, cuando me iba a recoger al colegio. Me recibía con un apurruño y un beso y me preguntaba qué había aprendido. A lo cual respondía repitiendo la misma historia deseando que se hiciera realidad.

Hoy, muchos años más tarde, me doy cuenta que, tal como lo soñé, soy tan libre como el viento y que he viajado a muchos pueblos y susurrado en muchos oídos…pero lo que realmente estoy soñando desde este rincón es volver a ese salón de segundo grado y jugar con plastilina hasta hacer bolas grises, mojarme bajo la lluvia, correr con mis amiguitos y dibujar arcoíris hasta que la tarde se acabara y mi mami me recibiera con la misma pregunta “Chiquita, ¿qué has aprendido hoy?"

-Chiqui